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El Profeta José Smith
Los Mormones consideramos que José Smith fue El Profeta escogido por Dios para restaurar en la tierra la plenitud del Evangelio.
Su vida
El Profeta José Smith, hijo de José Smith y Lucy Mack, nació en el pueblo de Sharon, Condado de Windsor, Estado de Vermont, el 23 de Diciembre de 1805. José era el quinto de once hermanos. El mayor fue un hijo que murió poco después de nacer, luego Alvin, Hyrum, Sophronia, Joseph, Samuel, Ephraim, William, Katharine, Don Carlos, y Lucy. A la edad de 10 años, los padres del profeta José, decidieron salir del Estado de Vermont y se transladaron a Palmyra, Condado de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York, y cuatro años después volvieron a mudarse, esta vez a Manchester, en el mismo Condado.
El Profeta José cuenta en su historia que durante su segundo año en Manchester, empezaron a surgir diferentes agitaciones entre los habitantes, debido a la diferencia de creencias o religiones. Contendían unos con otros, todos reclamando tener la verdad; esto causó una gran división y riñas entre las personas, quienes proclamaban ser cristianos. Tanto disturbio hacía que las personas que trataban de encontrar la verdad se confundieran, ya que los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo muy distinto.
José Smith tendría 14 años para esta época, su madre Lucy junto a sus hermanos, Hyrum, Samuel Harrison y Sophronia se unieron a la iglesia Presbiteriana.
El mismo José Smith escribió sus sentimientos durante aquella época:
“Durante estos días de tanta agitación, invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos que a menudo eran punzantes, me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas reuniones cada vez que la ocasión me lo permitía. Con el transcurso del tiempo llegué a inclinarme un tanto a la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no”. (José Smith-Historia 1:8)
José Smith tenía un deseo sincero de seguir a Jesucristo y encontrar la iglesia verdadera, sin embargo aquella guerra entre religiones le confundía y no sabía qué hacer, a cuál unirse o cuál de ellas tenía la razón o el verdadero Evangelio de Jesucristo.
Un día, estando agobiado por todas las preguntas que había en su mente, leyó en la Epístola de Santiago 1:5 que dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
En aquella ocasión, este pasaje de las escrituras le penetró con gran fuerza que pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de su corazón. Estuvo meditando y reconoció que no tenía el suficiente conocimiento para saber todas las cosas y a menos que le preguntara a Dios, no sabría el por qué de toda aquella contienda religiosa que destruía toda esperanza.
Después de esto, José, tomó la decisión de orar para preguntarle a Dios, tal como aconsejaba Santiago, de lo contrario permanecería en tinieblas. En la mañana de un día primaveral en 1820, fue a un bosque que previamente había designado, al encontrarse solo se arrodilló y empezó a elevar a Dios el deseo de su corazón. Con respecto a esta experiencia, José escribió:
“…apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa oscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.
Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del pode de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a una la destrucción—no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser—precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, mas brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se me apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mí nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Estos personajes que visitaron a José Smith fueron Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo, a quienes José, preguntó cual de las sectas era la verdadera; a cual de ellas debía unirse. A esta pregunta, se le contestó que no debía unirse a ninguna de ellas, pues todas estaban en error. Este acontecimiento, tan importante para Los Mormones, se conoce como “La Primera Visión”. En realidad, la luz había inundado una arboleda, y Dios el Padre y Jesucristo habían llamado a un joven de catorce años de edad para ser Su Profeta.
Cuando José Smith comentó lo que había vivido se desató la oposición y persecución contra él, siendo sólo un jovencito entre 14 y 15 años de edad.
Esta persecución fue cada día mayor, los grandes personajes de las sectas más importantes tenían la mira puesta en aquél joven, quien a pesar de ser perseguido (lo cual era causa de angustia y tristeza), nunca negó haber visto aquella visión.
Más tarde, José Smith escribió lo siguiente respecto a sus sentimientos sobre aquella visión, que bastantes malos ratos le había traído:
“…Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; Por lo menos, sabía que haciéndolo ofendería a Dios y caería bajo condenación”.
Tiempo después, la noche del 21 de septiembre de 1823, José Smith recibió la visita de un ángel llamado Moroni, quien le habló sobre una obra que El Señor tenía para él, le habló sobre un registro antiguo que contenía la historia y enseñanzas de los primeros habitantes del continente Americano. Moroni había sido el último profeta que escribió en ese antiguo registro y bajo la dirección del Señor, lo había sepultado en el cerro de Cumorah.
El ángel Moroni también le informó a José que tendría que esperar cuatro años antes de poder obtener el registro, y que tendría que regresar al mismo lugar cada año para recibir más instrucción en cuanto esto. El 22 de septiembre de 1827, se le permitió a José obtener este registro que fue grabado en planchas de oro y se le mandó que comenzara la obra de la traducción por el “Don de Dios”.
La obra de la traducción fue finalizada y el Libro de Mormón, Otro Testamento de Jesucristo salió a luz en Marzo de 1830, luego de esto, la restauración del sacerdocio y otras revelaciones, se organizó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de Abril de 1830.
En 1825, mientras José trabajaba en Harmony, Pennsylvania, José conoció a Emma Hale. El 18 de Enero de 1827 José y Emma se unieron en matrimonio. Juntos tuvieron 11 hijos (incluyendo a dos adoptados), lamentablemente solo cinco sobrevivieron la infancia. José amaba profundamente su familia, y sus escritos personales están llenos de preocupaciones y oraciones por el bienestar de ellos.
Los Mormones aceptamos a José Smith hijo, como el profeta fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD). Lo consideramos Profeta, así como los profetas del Nuevo y Antiguo Testamento, sabemos que él confiaba en la revelación del Señor para guiar a su pueblo, y no en su propia sabiduría o conocimiento. Recordamos a José Smith con respeto y amor, sin que esto se malinterprete como adoración, pues al igual que él lo enseñó, adoramos únicamente a Nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo.
Los Mormones consideramos que José Smith fue El Profeta escogido por Dios para restaurar en la tierra la plenitud del Evangelio.
Su vida
El Profeta José Smith, hijo de José Smith y Lucy Mack, nació en el pueblo de Sharon, Condado de Windsor, Estado de Vermont, el 23 de Diciembre de 1805. José era el quinto de once hermanos. El mayor fue un hijo que murió poco después de nacer, luego Alvin, Hyrum, Sophronia, Joseph, Samuel, Ephraim, William, Katharine, Don Carlos, y Lucy. A la edad de 10 años, los padres del profeta José, decidieron salir del Estado de Vermont y se transladaron a Palmyra, Condado de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York, y cuatro años después volvieron a mudarse, esta vez a Manchester, en el mismo Condado.
El Profeta José cuenta en su historia que durante su segundo año en Manchester, empezaron a surgir diferentes agitaciones entre los habitantes, debido a la diferencia de creencias o religiones. Contendían unos con otros, todos reclamando tener la verdad; esto causó una gran división y riñas entre las personas, quienes proclamaban ser cristianos. Tanto disturbio hacía que las personas que trataban de encontrar la verdad se confundieran, ya que los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo muy distinto.
José Smith tendría 14 años para esta época, su madre Lucy junto a sus hermanos, Hyrum, Samuel Harrison y Sophronia se unieron a la iglesia Presbiteriana.
El mismo José Smith escribió sus sentimientos durante aquella época:
“Durante estos días de tanta agitación, invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos que a menudo eran punzantes, me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas reuniones cada vez que la ocasión me lo permitía. Con el transcurso del tiempo llegué a inclinarme un tanto a la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no”. (José Smith-Historia 1:8)
José Smith tenía un deseo sincero de seguir a Jesucristo y encontrar la iglesia verdadera, sin embargo aquella guerra entre religiones le confundía y no sabía qué hacer, a cuál unirse o cuál de ellas tenía la razón o el verdadero Evangelio de Jesucristo.
Un día, estando agobiado por todas las preguntas que había en su mente, leyó en la Epístola de Santiago 1:5 que dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
En aquella ocasión, este pasaje de las escrituras le penetró con gran fuerza que pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de su corazón. Estuvo meditando y reconoció que no tenía el suficiente conocimiento para saber todas las cosas y a menos que le preguntara a Dios, no sabría el por qué de toda aquella contienda religiosa que destruía toda esperanza.
Después de esto, José, tomó la decisión de orar para preguntarle a Dios, tal como aconsejaba Santiago, de lo contrario permanecería en tinieblas. En la mañana de un día primaveral en 1820, fue a un bosque que previamente había designado, al encontrarse solo se arrodilló y empezó a elevar a Dios el deseo de su corazón. Con respecto a esta experiencia, José escribió:
“…apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa oscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.
Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del pode de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a una la destrucción—no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser—precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, mas brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se me apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mí nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Estos personajes que visitaron a José Smith fueron Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo, a quienes José, preguntó cual de las sectas era la verdadera; a cual de ellas debía unirse. A esta pregunta, se le contestó que no debía unirse a ninguna de ellas, pues todas estaban en error. Este acontecimiento, tan importante para Los Mormones, se conoce como “La Primera Visión”. En realidad, la luz había inundado una arboleda, y Dios el Padre y Jesucristo habían llamado a un joven de catorce años de edad para ser Su Profeta.
Cuando José Smith comentó lo que había vivido se desató la oposición y persecución contra él, siendo sólo un jovencito entre 14 y 15 años de edad.
Esta persecución fue cada día mayor, los grandes personajes de las sectas más importantes tenían la mira puesta en aquél joven, quien a pesar de ser perseguido (lo cual era causa de angustia y tristeza), nunca negó haber visto aquella visión.
Más tarde, José Smith escribió lo siguiente respecto a sus sentimientos sobre aquella visión, que bastantes malos ratos le había traído:
“…Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; Por lo menos, sabía que haciéndolo ofendería a Dios y caería bajo condenación”.
Tiempo después, la noche del 21 de septiembre de 1823, José Smith recibió la visita de un ángel llamado Moroni, quien le habló sobre una obra que El Señor tenía para él, le habló sobre un registro antiguo que contenía la historia y enseñanzas de los primeros habitantes del continente Americano. Moroni había sido el último profeta que escribió en ese antiguo registro y bajo la dirección del Señor, lo había sepultado en el cerro de Cumorah.
El ángel Moroni también le informó a José que tendría que esperar cuatro años antes de poder obtener el registro, y que tendría que regresar al mismo lugar cada año para recibir más instrucción en cuanto esto. El 22 de septiembre de 1827, se le permitió a José obtener este registro que fue grabado en planchas de oro y se le mandó que comenzara la obra de la traducción por el “Don de Dios”.
La obra de la traducción fue finalizada y el Libro de Mormón, Otro Testamento de Jesucristo salió a luz en Marzo de 1830, luego de esto, la restauración del sacerdocio y otras revelaciones, se organizó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de Abril de 1830.
En 1825, mientras José trabajaba en Harmony, Pennsylvania, José conoció a Emma Hale. El 18 de Enero de 1827 José y Emma se unieron en matrimonio. Juntos tuvieron 11 hijos (incluyendo a dos adoptados), lamentablemente solo cinco sobrevivieron la infancia. José amaba profundamente su familia, y sus escritos personales están llenos de preocupaciones y oraciones por el bienestar de ellos.
Los Mormones aceptamos a José Smith hijo, como el profeta fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD). Lo consideramos Profeta, así como los profetas del Nuevo y Antiguo Testamento, sabemos que él confiaba en la revelación del Señor para guiar a su pueblo, y no en su propia sabiduría o conocimiento. Recordamos a José Smith con respeto y amor, sin que esto se malinterprete como adoración, pues al igual que él lo enseñó, adoramos únicamente a Nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo.
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