BUENO EN REALIDAD ALGUNOS DE ESTOS ARTICULOS SON EXTRAIDOS DE OTRAS PAGINAS , SIEMPRE CON EL AFAN DE EXPANDIR ALGUNOS TEMAS.
GRACIAS POR SU COMPRENSION.
EL ADM.
viernes, 24 de octubre de 2008
LIMA PERU NOTICIAS MUY MALISIMAS
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Lima Peru - Malas noticias.
Segun radioamerica acaba de ser entregada una encuesta de preferencias religiosas tomada en la ciudad de Lima, capital del Peru, la cual muestra malas noticias estadisticas acerca de la Iglesia.
La encuesta, hecha por la Universidad de Lima y entregada esta semana señala que un 99.7% de la poblacion limeña encuestada se declara Catolica, un 0.2% budista y el 0.1% restante musulman.
A su vez, de esta casi completa poblacion cristiana un 84.2% se declara como Catolico, un 11.1 como evangelico, un 1.5 TJ, un 1.1 adventista y solo un 0.3% como “mormon”.
Tener un 0.3% de por si es algo…. malo, sin embargo lo malo malo es que iglesia que represento una mayor diferencia entre los datos entregados por una encuesta similar fue la Iglesia “mormona” la cual descendio a solo un tercio desde el 0.9% de poblacion que de declaro “mormon” 5 años atras al actual 0.3, lo cual representa una caida fuertisima desde un punto de vista estadistico que no considere el error propio de este tipo de encuestas. Me explico, todas las encuestas tienen un cierto “margen de error”, ya que el numero de mormones en cualquier caso es bajo, un error estadistico tiende a afectar muchisimo mas su valor proporcional, no es lo mismo si no se contaron 5 catolicos entre 100 que si no se contaran 2 mormones entre 5, no se si me entienden. De todas formas, fuera de explicaciones positivistas, estos resultados deben ser una llamada de alerta en muchos sentidos no solo en la capital del Peru.
Segun radioamerica acaba de ser entregada una encuesta de preferencias religiosas tomada en la ciudad de Lima, capital del Peru, la cual muestra malas noticias estadisticas acerca de la Iglesia.
La encuesta, hecha por la Universidad de Lima y entregada esta semana señala que un 99.7% de la poblacion limeña encuestada se declara Catolica, un 0.2% budista y el 0.1% restante musulman.
A su vez, de esta casi completa poblacion cristiana un 84.2% se declara como Catolico, un 11.1 como evangelico, un 1.5 TJ, un 1.1 adventista y solo un 0.3% como “mormon”.
Tener un 0.3% de por si es algo…. malo, sin embargo lo malo malo es que iglesia que represento una mayor diferencia entre los datos entregados por una encuesta similar fue la Iglesia “mormona” la cual descendio a solo un tercio desde el 0.9% de poblacion que de declaro “mormon” 5 años atras al actual 0.3, lo cual representa una caida fuertisima desde un punto de vista estadistico que no considere el error propio de este tipo de encuestas. Me explico, todas las encuestas tienen un cierto “margen de error”, ya que el numero de mormones en cualquier caso es bajo, un error estadistico tiende a afectar muchisimo mas su valor proporcional, no es lo mismo si no se contaron 5 catolicos entre 100 que si no se contaran 2 mormones entre 5, no se si me entienden. De todas formas, fuera de explicaciones positivistas, estos resultados deben ser una llamada de alerta en muchos sentidos no solo en la capital del Peru.
sábado, 18 de octubre de 2008
COMO SE PREDICA
Como Se Predica
En Doctrina y Convenios 42 se relata una de las revelaciones que recibió el Profeta José Smith en Kirtland, Ohio en 1831. En el versículo 8 dice: “Y de este lugar iréis a las regiones del Oeste; y donde halléis a quienes os reciban, allí edificaréis mi Iglesia”.
Los Misioneros Mormones se esfuerzan por desarrollar la fe en Jesucristo cada día, esta fe les da la confianza en encontrar a aquellas personas que les recibirán y escucharán su mensaje. Para ellos esta es la parte más importante, encontrar a aquellos que han sido preparados por El Señor y están listos para recibir las verdaderas enseñanzas del Evangelio de Jesucristo; su labor como misioneros es encontrar a estas personas.
La fuerza principal que mueve a los Misioneros Mormones a trabajar en la obra del Señor, es el amor, especialmente el amor a Nuestro Padre Celestial, a Jesucristo y a todas las personas del mundo, ya que todos somos hermanos y algunos no encuentran la verdad o no saben cómo hallarla. Por esta razón, los Misioneros Mormones se alejan de sus hogares por año y medio o dos años para ayudar a estas personas a encontrar la verdad y la felicidad por medio de Jesucristo.
Donde quiera que los jóvenes Mormones sean llamados a servir una Misión, saben que es el lugar donde El Señor los necesita para ayudar a Sus hijos.
Los Misioneros Mormones se esfuerzan por predicar el Evangelio alzando su voz al pueblo y expresando los pensamientos que El Señor pone en sus corazones. En Doctrina y Convenios 100:4-6, hay una promesa para los Misioneros Mormones que se esfuercen por hacerlo: “Por consiguiente, Yo el Señor, os he permitido venir a este lugar; pues así me era conveniente para la salvación de almas. Por tanto, de cierto os digo, alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres; porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir”.
Una de las principales metas para los Misioneros Mormones es permanecer dignos de la compañía del Espíritu Santo, ya que éste les ayudará a encontrar a las personas indicadas y también a enseñarles por medio del Espíritu.
En el Libro de Mormón, Alma 13:24 enseña como personas son preparadas para recibir a los enviados de Dios: “Porque he aquí, ángeles las están declarando a muchos en nuestra tierra en este tiempo, y esto con objeto de preparar el corazón de los hijos de los hombres para recibir su palabra al tiempo de su venida en su gloria”.
Los Misioneros Mormones aun enseñan el Evangelio por medio de su ejemplo, siempre están sonriendo a pesar de que están lejos de sus hogares y posiblemente en situaciones difíciles, son amables, amigables y alegres, tratan de reflejar el amor de Cristo en sus actitudes, y se esfuerzan por servir a todos.
Los Élderes y las Hermanas Misioneras están prestos a escuchar el susurro del Espíritu Santo y hablar con todas las personas; siendo amigables reflejan el amor de Cristo y testifican de Él.
Los Misioneros Mormones siempre están preparados para enseñar, aunque tengan breves momentos siempre dejan en las personas una enseñanza del Evangelio Restaurado y una invitación a ser un mejor cristiano. Siempre piden a las personas permiso para pasar por sus casas y enseñar más sobre el Evangelio, respetando siempre la decisión de cada persona.
Los Misioneros Mormones enseñan el Evangelio en cada oportunidad que pueden, esto puede ser al hablar con todos en la calle, en el autobús, o en el supermercado. También piden referencias de amigos, familiares y vecinos a los miembros de la Iglesia; a veces tocan puertas según el Espíritu les inspire, y de esa manera encuentran a los escogidos del Señor.
En Doctrina y Convenios 42 se relata una de las revelaciones que recibió el Profeta José Smith en Kirtland, Ohio en 1831. En el versículo 8 dice: “Y de este lugar iréis a las regiones del Oeste; y donde halléis a quienes os reciban, allí edificaréis mi Iglesia”.
Los Misioneros Mormones se esfuerzan por desarrollar la fe en Jesucristo cada día, esta fe les da la confianza en encontrar a aquellas personas que les recibirán y escucharán su mensaje. Para ellos esta es la parte más importante, encontrar a aquellos que han sido preparados por El Señor y están listos para recibir las verdaderas enseñanzas del Evangelio de Jesucristo; su labor como misioneros es encontrar a estas personas.
La fuerza principal que mueve a los Misioneros Mormones a trabajar en la obra del Señor, es el amor, especialmente el amor a Nuestro Padre Celestial, a Jesucristo y a todas las personas del mundo, ya que todos somos hermanos y algunos no encuentran la verdad o no saben cómo hallarla. Por esta razón, los Misioneros Mormones se alejan de sus hogares por año y medio o dos años para ayudar a estas personas a encontrar la verdad y la felicidad por medio de Jesucristo.
Donde quiera que los jóvenes Mormones sean llamados a servir una Misión, saben que es el lugar donde El Señor los necesita para ayudar a Sus hijos.
Los Misioneros Mormones se esfuerzan por predicar el Evangelio alzando su voz al pueblo y expresando los pensamientos que El Señor pone en sus corazones. En Doctrina y Convenios 100:4-6, hay una promesa para los Misioneros Mormones que se esfuercen por hacerlo: “Por consiguiente, Yo el Señor, os he permitido venir a este lugar; pues así me era conveniente para la salvación de almas. Por tanto, de cierto os digo, alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres; porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir”.
Una de las principales metas para los Misioneros Mormones es permanecer dignos de la compañía del Espíritu Santo, ya que éste les ayudará a encontrar a las personas indicadas y también a enseñarles por medio del Espíritu.
En el Libro de Mormón, Alma 13:24 enseña como personas son preparadas para recibir a los enviados de Dios: “Porque he aquí, ángeles las están declarando a muchos en nuestra tierra en este tiempo, y esto con objeto de preparar el corazón de los hijos de los hombres para recibir su palabra al tiempo de su venida en su gloria”.
Los Misioneros Mormones aun enseñan el Evangelio por medio de su ejemplo, siempre están sonriendo a pesar de que están lejos de sus hogares y posiblemente en situaciones difíciles, son amables, amigables y alegres, tratan de reflejar el amor de Cristo en sus actitudes, y se esfuerzan por servir a todos.
Los Élderes y las Hermanas Misioneras están prestos a escuchar el susurro del Espíritu Santo y hablar con todas las personas; siendo amigables reflejan el amor de Cristo y testifican de Él.
Los Misioneros Mormones siempre están preparados para enseñar, aunque tengan breves momentos siempre dejan en las personas una enseñanza del Evangelio Restaurado y una invitación a ser un mejor cristiano. Siempre piden a las personas permiso para pasar por sus casas y enseñar más sobre el Evangelio, respetando siempre la decisión de cada persona.
Los Misioneros Mormones enseñan el Evangelio en cada oportunidad que pueden, esto puede ser al hablar con todos en la calle, en el autobús, o en el supermercado. También piden referencias de amigos, familiares y vecinos a los miembros de la Iglesia; a veces tocan puertas según el Espíritu les inspire, y de esa manera encuentran a los escogidos del Señor.
MISIONEROS MORMONES
Misioneros Mormones
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD) desde sus comienzos, inició con el mandamiento de Jesucristo a sus discípulos: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mateo 28:19).
La Obra Misional es una parte importante de la Iglesia Mormona y lo ha sido desde su fundación. Hoy en día la mayoría de las personas han visto en las calles o tocando en sus puertas a jóvenes que andan de dos en dos, vestidos muy formalmente, camisas blancas, corbatas y el distintivo principal, una placa negra con letras blancas en su pecho, la cual dice “Elder” o “Hermana” y el apellido del joven arriba del nombre de Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Ellos son los Misioneros Mormones, y su único objetivo es ser discípulos de Jesucristo e invitar a las personas a venir a Cristo a fin de que reciban el Evangelio Restaurado mediante la fe en Jesucristo y su Expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin.
Para cumplir el mandamiento que Jesucristo dio en Mateo 28:19, los hombres jóvenes de la Iglesia Mormona tienen el deber de prepararse espiritual, física y emocionalmente para servir como misioneros de tiempo completo durante dos años. La edad que se ha estipulado para que los varones salgan a la misión es 19 años y para ellos es un mandamiento. Los matrimonios maduros y sin hijos y las mujeres que no se han casado y que han llegado a los 21 años y tienen el deseo de servir, también pueden servir misiones de 1año y medio.
Estos jóvenes misioneros dejan sus hogares, familias, estudios y trabajos para embarcarse completamente en la Obra del Señor, y lo hacen costeando sus propios gastos la mayoría de las veces. Por lo que antes de salir a su misión trabajan y ahorran, o sus padres, familiares o amigos les ayudan económicamente.
Regularmente a los Misioneros Mormones se les llama a servir en otros países, aunque no es una regla, ya que existen casos en los que sirven en su mismo país. Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (o SUD), creemos que el lugar a donde se nos asigne servir es escogido por revelación y es el lugar donde Nuestro Padre Celestial nos necesita.
Ser Misionero Mormón es una experiencia inolvidable, puede ser difícil algunas veces, triste o dura, sin embargo para los que han pasado esta experiencia ha sido la mejor de toda su vida.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD) desde sus comienzos, inició con el mandamiento de Jesucristo a sus discípulos: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mateo 28:19).
La Obra Misional es una parte importante de la Iglesia Mormona y lo ha sido desde su fundación. Hoy en día la mayoría de las personas han visto en las calles o tocando en sus puertas a jóvenes que andan de dos en dos, vestidos muy formalmente, camisas blancas, corbatas y el distintivo principal, una placa negra con letras blancas en su pecho, la cual dice “Elder” o “Hermana” y el apellido del joven arriba del nombre de Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Ellos son los Misioneros Mormones, y su único objetivo es ser discípulos de Jesucristo e invitar a las personas a venir a Cristo a fin de que reciban el Evangelio Restaurado mediante la fe en Jesucristo y su Expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin.
Para cumplir el mandamiento que Jesucristo dio en Mateo 28:19, los hombres jóvenes de la Iglesia Mormona tienen el deber de prepararse espiritual, física y emocionalmente para servir como misioneros de tiempo completo durante dos años. La edad que se ha estipulado para que los varones salgan a la misión es 19 años y para ellos es un mandamiento. Los matrimonios maduros y sin hijos y las mujeres que no se han casado y que han llegado a los 21 años y tienen el deseo de servir, también pueden servir misiones de 1año y medio.
Estos jóvenes misioneros dejan sus hogares, familias, estudios y trabajos para embarcarse completamente en la Obra del Señor, y lo hacen costeando sus propios gastos la mayoría de las veces. Por lo que antes de salir a su misión trabajan y ahorran, o sus padres, familiares o amigos les ayudan económicamente.
Regularmente a los Misioneros Mormones se les llama a servir en otros países, aunque no es una regla, ya que existen casos en los que sirven en su mismo país. Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (o SUD), creemos que el lugar a donde se nos asigne servir es escogido por revelación y es el lugar donde Nuestro Padre Celestial nos necesita.
Ser Misionero Mormón es una experiencia inolvidable, puede ser difícil algunas veces, triste o dura, sin embargo para los que han pasado esta experiencia ha sido la mejor de toda su vida.
EL PROFETA JOSE SMITH
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El Profeta José Smith
Los Mormones consideramos que José Smith fue El Profeta escogido por Dios para restaurar en la tierra la plenitud del Evangelio.
Su vida
El Profeta José Smith, hijo de José Smith y Lucy Mack, nació en el pueblo de Sharon, Condado de Windsor, Estado de Vermont, el 23 de Diciembre de 1805. José era el quinto de once hermanos. El mayor fue un hijo que murió poco después de nacer, luego Alvin, Hyrum, Sophronia, Joseph, Samuel, Ephraim, William, Katharine, Don Carlos, y Lucy. A la edad de 10 años, los padres del profeta José, decidieron salir del Estado de Vermont y se transladaron a Palmyra, Condado de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York, y cuatro años después volvieron a mudarse, esta vez a Manchester, en el mismo Condado.
El Profeta José cuenta en su historia que durante su segundo año en Manchester, empezaron a surgir diferentes agitaciones entre los habitantes, debido a la diferencia de creencias o religiones. Contendían unos con otros, todos reclamando tener la verdad; esto causó una gran división y riñas entre las personas, quienes proclamaban ser cristianos. Tanto disturbio hacía que las personas que trataban de encontrar la verdad se confundieran, ya que los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo muy distinto.
José Smith tendría 14 años para esta época, su madre Lucy junto a sus hermanos, Hyrum, Samuel Harrison y Sophronia se unieron a la iglesia Presbiteriana.
El mismo José Smith escribió sus sentimientos durante aquella época:
“Durante estos días de tanta agitación, invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos que a menudo eran punzantes, me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas reuniones cada vez que la ocasión me lo permitía. Con el transcurso del tiempo llegué a inclinarme un tanto a la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no”. (José Smith-Historia 1:8)
José Smith tenía un deseo sincero de seguir a Jesucristo y encontrar la iglesia verdadera, sin embargo aquella guerra entre religiones le confundía y no sabía qué hacer, a cuál unirse o cuál de ellas tenía la razón o el verdadero Evangelio de Jesucristo.
Un día, estando agobiado por todas las preguntas que había en su mente, leyó en la Epístola de Santiago 1:5 que dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
En aquella ocasión, este pasaje de las escrituras le penetró con gran fuerza que pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de su corazón. Estuvo meditando y reconoció que no tenía el suficiente conocimiento para saber todas las cosas y a menos que le preguntara a Dios, no sabría el por qué de toda aquella contienda religiosa que destruía toda esperanza.
Después de esto, José, tomó la decisión de orar para preguntarle a Dios, tal como aconsejaba Santiago, de lo contrario permanecería en tinieblas. En la mañana de un día primaveral en 1820, fue a un bosque que previamente había designado, al encontrarse solo se arrodilló y empezó a elevar a Dios el deseo de su corazón. Con respecto a esta experiencia, José escribió:
“…apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa oscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.
Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del pode de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a una la destrucción—no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser—precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, mas brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se me apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mí nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Estos personajes que visitaron a José Smith fueron Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo, a quienes José, preguntó cual de las sectas era la verdadera; a cual de ellas debía unirse. A esta pregunta, se le contestó que no debía unirse a ninguna de ellas, pues todas estaban en error. Este acontecimiento, tan importante para Los Mormones, se conoce como “La Primera Visión”. En realidad, la luz había inundado una arboleda, y Dios el Padre y Jesucristo habían llamado a un joven de catorce años de edad para ser Su Profeta.
Cuando José Smith comentó lo que había vivido se desató la oposición y persecución contra él, siendo sólo un jovencito entre 14 y 15 años de edad.
Esta persecución fue cada día mayor, los grandes personajes de las sectas más importantes tenían la mira puesta en aquél joven, quien a pesar de ser perseguido (lo cual era causa de angustia y tristeza), nunca negó haber visto aquella visión.
Más tarde, José Smith escribió lo siguiente respecto a sus sentimientos sobre aquella visión, que bastantes malos ratos le había traído:
“…Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; Por lo menos, sabía que haciéndolo ofendería a Dios y caería bajo condenación”.
Tiempo después, la noche del 21 de septiembre de 1823, José Smith recibió la visita de un ángel llamado Moroni, quien le habló sobre una obra que El Señor tenía para él, le habló sobre un registro antiguo que contenía la historia y enseñanzas de los primeros habitantes del continente Americano. Moroni había sido el último profeta que escribió en ese antiguo registro y bajo la dirección del Señor, lo había sepultado en el cerro de Cumorah.
El ángel Moroni también le informó a José que tendría que esperar cuatro años antes de poder obtener el registro, y que tendría que regresar al mismo lugar cada año para recibir más instrucción en cuanto esto. El 22 de septiembre de 1827, se le permitió a José obtener este registro que fue grabado en planchas de oro y se le mandó que comenzara la obra de la traducción por el “Don de Dios”.
La obra de la traducción fue finalizada y el Libro de Mormón, Otro Testamento de Jesucristo salió a luz en Marzo de 1830, luego de esto, la restauración del sacerdocio y otras revelaciones, se organizó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de Abril de 1830.
En 1825, mientras José trabajaba en Harmony, Pennsylvania, José conoció a Emma Hale. El 18 de Enero de 1827 José y Emma se unieron en matrimonio. Juntos tuvieron 11 hijos (incluyendo a dos adoptados), lamentablemente solo cinco sobrevivieron la infancia. José amaba profundamente su familia, y sus escritos personales están llenos de preocupaciones y oraciones por el bienestar de ellos.
Los Mormones aceptamos a José Smith hijo, como el profeta fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD). Lo consideramos Profeta, así como los profetas del Nuevo y Antiguo Testamento, sabemos que él confiaba en la revelación del Señor para guiar a su pueblo, y no en su propia sabiduría o conocimiento. Recordamos a José Smith con respeto y amor, sin que esto se malinterprete como adoración, pues al igual que él lo enseñó, adoramos únicamente a Nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo.
Los Mormones consideramos que José Smith fue El Profeta escogido por Dios para restaurar en la tierra la plenitud del Evangelio.
Su vida
El Profeta José Smith, hijo de José Smith y Lucy Mack, nació en el pueblo de Sharon, Condado de Windsor, Estado de Vermont, el 23 de Diciembre de 1805. José era el quinto de once hermanos. El mayor fue un hijo que murió poco después de nacer, luego Alvin, Hyrum, Sophronia, Joseph, Samuel, Ephraim, William, Katharine, Don Carlos, y Lucy. A la edad de 10 años, los padres del profeta José, decidieron salir del Estado de Vermont y se transladaron a Palmyra, Condado de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York, y cuatro años después volvieron a mudarse, esta vez a Manchester, en el mismo Condado.
El Profeta José cuenta en su historia que durante su segundo año en Manchester, empezaron a surgir diferentes agitaciones entre los habitantes, debido a la diferencia de creencias o religiones. Contendían unos con otros, todos reclamando tener la verdad; esto causó una gran división y riñas entre las personas, quienes proclamaban ser cristianos. Tanto disturbio hacía que las personas que trataban de encontrar la verdad se confundieran, ya que los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo muy distinto.
José Smith tendría 14 años para esta época, su madre Lucy junto a sus hermanos, Hyrum, Samuel Harrison y Sophronia se unieron a la iglesia Presbiteriana.
El mismo José Smith escribió sus sentimientos durante aquella época:
“Durante estos días de tanta agitación, invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos que a menudo eran punzantes, me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas reuniones cada vez que la ocasión me lo permitía. Con el transcurso del tiempo llegué a inclinarme un tanto a la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no”. (José Smith-Historia 1:8)
José Smith tenía un deseo sincero de seguir a Jesucristo y encontrar la iglesia verdadera, sin embargo aquella guerra entre religiones le confundía y no sabía qué hacer, a cuál unirse o cuál de ellas tenía la razón o el verdadero Evangelio de Jesucristo.
Un día, estando agobiado por todas las preguntas que había en su mente, leyó en la Epístola de Santiago 1:5 que dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
En aquella ocasión, este pasaje de las escrituras le penetró con gran fuerza que pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de su corazón. Estuvo meditando y reconoció que no tenía el suficiente conocimiento para saber todas las cosas y a menos que le preguntara a Dios, no sabría el por qué de toda aquella contienda religiosa que destruía toda esperanza.
Después de esto, José, tomó la decisión de orar para preguntarle a Dios, tal como aconsejaba Santiago, de lo contrario permanecería en tinieblas. En la mañana de un día primaveral en 1820, fue a un bosque que previamente había designado, al encontrarse solo se arrodilló y empezó a elevar a Dios el deseo de su corazón. Con respecto a esta experiencia, José escribió:
“…apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa oscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.
Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del pode de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a una la destrucción—no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser—precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, mas brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se me apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mí nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Estos personajes que visitaron a José Smith fueron Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo, a quienes José, preguntó cual de las sectas era la verdadera; a cual de ellas debía unirse. A esta pregunta, se le contestó que no debía unirse a ninguna de ellas, pues todas estaban en error. Este acontecimiento, tan importante para Los Mormones, se conoce como “La Primera Visión”. En realidad, la luz había inundado una arboleda, y Dios el Padre y Jesucristo habían llamado a un joven de catorce años de edad para ser Su Profeta.
Cuando José Smith comentó lo que había vivido se desató la oposición y persecución contra él, siendo sólo un jovencito entre 14 y 15 años de edad.
Esta persecución fue cada día mayor, los grandes personajes de las sectas más importantes tenían la mira puesta en aquél joven, quien a pesar de ser perseguido (lo cual era causa de angustia y tristeza), nunca negó haber visto aquella visión.
Más tarde, José Smith escribió lo siguiente respecto a sus sentimientos sobre aquella visión, que bastantes malos ratos le había traído:
“…Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; Por lo menos, sabía que haciéndolo ofendería a Dios y caería bajo condenación”.
Tiempo después, la noche del 21 de septiembre de 1823, José Smith recibió la visita de un ángel llamado Moroni, quien le habló sobre una obra que El Señor tenía para él, le habló sobre un registro antiguo que contenía la historia y enseñanzas de los primeros habitantes del continente Americano. Moroni había sido el último profeta que escribió en ese antiguo registro y bajo la dirección del Señor, lo había sepultado en el cerro de Cumorah.
El ángel Moroni también le informó a José que tendría que esperar cuatro años antes de poder obtener el registro, y que tendría que regresar al mismo lugar cada año para recibir más instrucción en cuanto esto. El 22 de septiembre de 1827, se le permitió a José obtener este registro que fue grabado en planchas de oro y se le mandó que comenzara la obra de la traducción por el “Don de Dios”.
La obra de la traducción fue finalizada y el Libro de Mormón, Otro Testamento de Jesucristo salió a luz en Marzo de 1830, luego de esto, la restauración del sacerdocio y otras revelaciones, se organizó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de Abril de 1830.
En 1825, mientras José trabajaba en Harmony, Pennsylvania, José conoció a Emma Hale. El 18 de Enero de 1827 José y Emma se unieron en matrimonio. Juntos tuvieron 11 hijos (incluyendo a dos adoptados), lamentablemente solo cinco sobrevivieron la infancia. José amaba profundamente su familia, y sus escritos personales están llenos de preocupaciones y oraciones por el bienestar de ellos.
Los Mormones aceptamos a José Smith hijo, como el profeta fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD). Lo consideramos Profeta, así como los profetas del Nuevo y Antiguo Testamento, sabemos que él confiaba en la revelación del Señor para guiar a su pueblo, y no en su propia sabiduría o conocimiento. Recordamos a José Smith con respeto y amor, sin que esto se malinterprete como adoración, pues al igual que él lo enseñó, adoramos únicamente a Nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo.
¿Qué es el Libro de Mormón?
¿Qué es el Libro de Mormón?
El Libro de Mormón es un registro de las enseñanzas del Salvador a Sus “otras ovejas” –los antiguos habitantes de las Américas, es un compendio de escrituras que Dios preparó por más de mil años para sacar a la luz en nuestros días, y es un segundo testimonio, o testamento, de Jesucristo. Incluye la historia espiritual de los descendientes de un profeta, Lehí, quien vivió en los tiempos del reinado de Sedequías en Jerusalén. Lehí fue advertido por Dios que Jerusalén sería destruida, y se le dijo que abandonara el lugar. El Libro de Mormón incluye un relato conmovedor sobre la literal aparición del Salvador en este continente después de Su resurrección. El registro fue traducido por José Smith por medio del don y el poder de Dios. Se erige como un segundo testimonio, con la Biblia, del amor, divinidad, sacrificio y enseñanzas de Cristo.
Respuesta personal de Kent Brown
El Libro de Mormón conserva registros de tres pueblos antiguos que vinieron a las Américas y prosperaron. El punto más relevante del libro se halla en el relato de la visita de tres días de Jesucristo resucitado, una narrativa que es inigualable en la literatura antigua. Al final, a excepción de uno de los grupos, todos fueron destruidos por la guerra.
Notablemente, Jesucristo se impregna a sí mismo en los lectores del Libro de Mormón desde principio a fin. La mayoría de los que pasan tiempo entre las páginas del Libro de Mormón, resultan con impresiones aleccionadoras sobre Él y su maravillosa obra. Y eso es porque el mayor enfoque del libro, desde sus primeras páginas, se centra en Él. Nefi, el primer autor, empuja al Redentor a la palestra tanto narrando su propia visión sobre el Mesías como resaltando las palabras de su padre sobre la venida del Redentor. Más aún, Mormón, el principal compilador y editor de la obra, dio forma a la versión final del registro para traer al Redentor hacia un claro entendimiento para los lectores. Por ejemplo, al final de su propio relato, él escribe conmovedoramente de aquellos que desperdiciaron su oportunidad de venir a Cristo:
¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis apartaros de las vías del Señor!
¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis rechazar a ese Jesús que esperaba con los brazos abiertos para recibiros! (Mormón 6:17)
Las primeras páginas el Libro de Mormón se abren en una escena en Jerusalén aproximadamente en el año 597 a.C., poco después de que el Rey Sedequías ascendiera al trono del Reinado de Judá. Un hombre llamado Lehí, llamado por Dios en una visión, se une a otros profetas en advertir a los habitantes de la ciudad de estar sujetos a un desastre si no se arrepienten. Pero después de oír este mensaje durante treinta años de Jeremías, la gente no se encontraba con el ánimo de responder cálidamente, Al contrario, muchos se volvieron contra Lehí, forzándolo a huir con su familia hacia Arabia. Desde allí, su gente parte hacia el Nuevo Mundo. Así empieza la gran saga del libro, marcando muchos de los triunfos y dificultades que los descendientes de esta familia experimentaron durante una historia de mil años.
El Libro de Mormón ofrece su propia promesa a aquellos que lean sus páginas “con verdadera intención. Si una persona le pide a Dios “con un con un corazón sincero”, si el libro es verdadero, Dios “os manifestará la verdad de ellas” a más sincero inquisidor (Moroni 10:4)
Recursos adicionales
S. Kent Brown, Voices from the Dust: Book of Mormon Insight- Voces desde el Polvo: Ideas del Libro de Mormón (American Fork, Utah: Covenant Communications, 2004)
Respuesta personal de Karen Merkley
Recientemente, una pregunta sincera aparecida en un forum Cristiano decía, “¿Es el Libro de Mormón una puerta hacia Dios?” Pensé para mí misma, “Sí, de alguna manera, realmente lo es”. El abre nuestros ojos al Salvador en mucho de la misma forma en que lo hace la Biblia. El Libro de Mormón tiene la ventaja de que no contiene los errores inducidos por copistas y traductores.
Algunos dicen “¿Por qué necesitamos algo más que la Biblia?” A ellos, yo simplemente les preguntaría, “¿Qué hay de extraño en que un autor, con más razón el Autor de nuestra fe, se dirija a nosotros en más de un volumen? Su relación con nosotros no ha terminado, y tampoco lo han hecho Sus palabras reveladas.
Busqué una copia del Libro de Mormón en muchas librerías de Filadelfia, después de haberme enterado del mismo, suficientemente irónico, a través de un folleto anti-mormón. Finalmente encontré uno y lo llevé a casa (con algo de helado), y me quedé despierta la mayor parte de la noche leyéndolo. Yo había leído literatura de muchas denominaciones, desde Suecoborgiano hasta Ciencia Cristiana, pero inmediatamente reconocí este libro como revelación adicional que Dios pretendía que todos nosotros recibiéramos. Recibí un testimonio de que era verdadero.
Yo he leído y releído el Libro de Mormón, cada vez con un nuevo entendimiento de mi potencial y de los propósitos de Dios. Se revelen, calidoscópicamente. Cuando he rogado por sabiduría en mis empresas, he pedido guía como madre, como amiga, como profesional, como estudiante, nunca me ha faltado una respuesta. Esas respuestas me han cambiado, han guiado mis pasos, me han motivado a surgir, me han ayudado a balancear la justicia y la misericordia, y me han traído paz. Todo está allí guardado en un recuento verdadero de antepasados. Es un libro que cambia vidas, que fue escrito en la antigüedad pero preparado para nuestras necesidades actuales.
El Libro de Mormón es acerca del poder de Dios para salvarnos. Es acerca de la última oportunidad del Salvador, cuánto más Él seguirá extendiendo misericordia y amor a cada uno de nosotros en Su familia y cómo podemos tratar de hacer lo mismo; es sobre la justicia de Dios al permitir que las consecuencias del pecado alcancen a los impíos si ellos persistentemente se rebelan contra la luz y el conocimiento. Es sobre el poder de nuestra fe personal y la perfección de esa fe mediante la adversidad, esfuerzo y crecimiento. Es una obra inspirada que activa el poder de la fe en nuestras vidas y nos prepara para ver a Dios.
Yo tengo que decir que estaría agradecida si tan sólo tuviéramos ciertas porciones del Libro de Mormón, tales como:
Alma 32: Es un capítulo al que me refiero como “”La fórmula del Señor para el éxito” o la “Versión de la fe del experimento científico”. El Señor nos dice cómo podemos saber qué es “real” espiritualmente. Es profundamente simple y simplemente profundo.
1 Nefi 4: Este capítulo ha sido un formato que he implantado en mi vida una y otra vez a medida que he encontrado un nuevo desafío, o tomado una nueva dirección, caminando con fe. Es un testigo absoluto de las formas en que el Señor nos guiará individualmente, de acuerdo a nuestras aptitudes, y nos ayudará a avanzar “sin saber de antemano las cosas que debemos hacer.”
Alma 52: Las tácticas de guerra físicas descritas en este capítulo son un tipo de tácticas de guerra espiritual. Mientras leo este capítulo, se me recuerda que necesito continuar defendiendo a mis hijas de las voces que reclaman que la maternidad y el trabajo en el hogar son esclavitud y las cuales buscan “atraerlas para sacarlas de sus fuertes”, sorprendiéndolas.
Yo estaría agradecida de haber sido favorecida con tan sólo esos pasajes, pero aún más así, de que se me haya entregado 531 páginas de similares porciones espirituales en el Libro de Mormón.
Añado mi voz de testimonio a los muchos que testifican de igual manera, que el Libro de Mormón es divino.
Recursos adicionales
Testigos de las escrituras: Este artículo por un apóstol moderno, Elder Russell M. Nelson, ilustra que las escrituras de la Restauración no compiten con la Biblia, la complementan. Testigos de las Escrituras, Liahona Nov 2007
Las piedras angulares de nuestra fe. Este artículo por un profeta viviente, Presidente Gordon B. Hinckley, se dirige a las 4l escrituras de creencia en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuatro Piedras Angulares de Fe, Liahona, Feb 2004.
El Libro de Mormón es un registro de las enseñanzas del Salvador a Sus “otras ovejas” –los antiguos habitantes de las Américas, es un compendio de escrituras que Dios preparó por más de mil años para sacar a la luz en nuestros días, y es un segundo testimonio, o testamento, de Jesucristo. Incluye la historia espiritual de los descendientes de un profeta, Lehí, quien vivió en los tiempos del reinado de Sedequías en Jerusalén. Lehí fue advertido por Dios que Jerusalén sería destruida, y se le dijo que abandonara el lugar. El Libro de Mormón incluye un relato conmovedor sobre la literal aparición del Salvador en este continente después de Su resurrección. El registro fue traducido por José Smith por medio del don y el poder de Dios. Se erige como un segundo testimonio, con la Biblia, del amor, divinidad, sacrificio y enseñanzas de Cristo.
Respuesta personal de Kent Brown
El Libro de Mormón conserva registros de tres pueblos antiguos que vinieron a las Américas y prosperaron. El punto más relevante del libro se halla en el relato de la visita de tres días de Jesucristo resucitado, una narrativa que es inigualable en la literatura antigua. Al final, a excepción de uno de los grupos, todos fueron destruidos por la guerra.
Notablemente, Jesucristo se impregna a sí mismo en los lectores del Libro de Mormón desde principio a fin. La mayoría de los que pasan tiempo entre las páginas del Libro de Mormón, resultan con impresiones aleccionadoras sobre Él y su maravillosa obra. Y eso es porque el mayor enfoque del libro, desde sus primeras páginas, se centra en Él. Nefi, el primer autor, empuja al Redentor a la palestra tanto narrando su propia visión sobre el Mesías como resaltando las palabras de su padre sobre la venida del Redentor. Más aún, Mormón, el principal compilador y editor de la obra, dio forma a la versión final del registro para traer al Redentor hacia un claro entendimiento para los lectores. Por ejemplo, al final de su propio relato, él escribe conmovedoramente de aquellos que desperdiciaron su oportunidad de venir a Cristo:
¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis apartaros de las vías del Señor!
¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis rechazar a ese Jesús que esperaba con los brazos abiertos para recibiros! (Mormón 6:17)
Las primeras páginas el Libro de Mormón se abren en una escena en Jerusalén aproximadamente en el año 597 a.C., poco después de que el Rey Sedequías ascendiera al trono del Reinado de Judá. Un hombre llamado Lehí, llamado por Dios en una visión, se une a otros profetas en advertir a los habitantes de la ciudad de estar sujetos a un desastre si no se arrepienten. Pero después de oír este mensaje durante treinta años de Jeremías, la gente no se encontraba con el ánimo de responder cálidamente, Al contrario, muchos se volvieron contra Lehí, forzándolo a huir con su familia hacia Arabia. Desde allí, su gente parte hacia el Nuevo Mundo. Así empieza la gran saga del libro, marcando muchos de los triunfos y dificultades que los descendientes de esta familia experimentaron durante una historia de mil años.
El Libro de Mormón ofrece su propia promesa a aquellos que lean sus páginas “con verdadera intención. Si una persona le pide a Dios “con un con un corazón sincero”, si el libro es verdadero, Dios “os manifestará la verdad de ellas” a más sincero inquisidor (Moroni 10:4)
Recursos adicionales
S. Kent Brown, Voices from the Dust: Book of Mormon Insight- Voces desde el Polvo: Ideas del Libro de Mormón (American Fork, Utah: Covenant Communications, 2004)
Respuesta personal de Karen Merkley
Recientemente, una pregunta sincera aparecida en un forum Cristiano decía, “¿Es el Libro de Mormón una puerta hacia Dios?” Pensé para mí misma, “Sí, de alguna manera, realmente lo es”. El abre nuestros ojos al Salvador en mucho de la misma forma en que lo hace la Biblia. El Libro de Mormón tiene la ventaja de que no contiene los errores inducidos por copistas y traductores.
Algunos dicen “¿Por qué necesitamos algo más que la Biblia?” A ellos, yo simplemente les preguntaría, “¿Qué hay de extraño en que un autor, con más razón el Autor de nuestra fe, se dirija a nosotros en más de un volumen? Su relación con nosotros no ha terminado, y tampoco lo han hecho Sus palabras reveladas.
Busqué una copia del Libro de Mormón en muchas librerías de Filadelfia, después de haberme enterado del mismo, suficientemente irónico, a través de un folleto anti-mormón. Finalmente encontré uno y lo llevé a casa (con algo de helado), y me quedé despierta la mayor parte de la noche leyéndolo. Yo había leído literatura de muchas denominaciones, desde Suecoborgiano hasta Ciencia Cristiana, pero inmediatamente reconocí este libro como revelación adicional que Dios pretendía que todos nosotros recibiéramos. Recibí un testimonio de que era verdadero.
Yo he leído y releído el Libro de Mormón, cada vez con un nuevo entendimiento de mi potencial y de los propósitos de Dios. Se revelen, calidoscópicamente. Cuando he rogado por sabiduría en mis empresas, he pedido guía como madre, como amiga, como profesional, como estudiante, nunca me ha faltado una respuesta. Esas respuestas me han cambiado, han guiado mis pasos, me han motivado a surgir, me han ayudado a balancear la justicia y la misericordia, y me han traído paz. Todo está allí guardado en un recuento verdadero de antepasados. Es un libro que cambia vidas, que fue escrito en la antigüedad pero preparado para nuestras necesidades actuales.
El Libro de Mormón es acerca del poder de Dios para salvarnos. Es acerca de la última oportunidad del Salvador, cuánto más Él seguirá extendiendo misericordia y amor a cada uno de nosotros en Su familia y cómo podemos tratar de hacer lo mismo; es sobre la justicia de Dios al permitir que las consecuencias del pecado alcancen a los impíos si ellos persistentemente se rebelan contra la luz y el conocimiento. Es sobre el poder de nuestra fe personal y la perfección de esa fe mediante la adversidad, esfuerzo y crecimiento. Es una obra inspirada que activa el poder de la fe en nuestras vidas y nos prepara para ver a Dios.
Yo tengo que decir que estaría agradecida si tan sólo tuviéramos ciertas porciones del Libro de Mormón, tales como:
Alma 32: Es un capítulo al que me refiero como “”La fórmula del Señor para el éxito” o la “Versión de la fe del experimento científico”. El Señor nos dice cómo podemos saber qué es “real” espiritualmente. Es profundamente simple y simplemente profundo.
1 Nefi 4: Este capítulo ha sido un formato que he implantado en mi vida una y otra vez a medida que he encontrado un nuevo desafío, o tomado una nueva dirección, caminando con fe. Es un testigo absoluto de las formas en que el Señor nos guiará individualmente, de acuerdo a nuestras aptitudes, y nos ayudará a avanzar “sin saber de antemano las cosas que debemos hacer.”
Alma 52: Las tácticas de guerra físicas descritas en este capítulo son un tipo de tácticas de guerra espiritual. Mientras leo este capítulo, se me recuerda que necesito continuar defendiendo a mis hijas de las voces que reclaman que la maternidad y el trabajo en el hogar son esclavitud y las cuales buscan “atraerlas para sacarlas de sus fuertes”, sorprendiéndolas.
Yo estaría agradecida de haber sido favorecida con tan sólo esos pasajes, pero aún más así, de que se me haya entregado 531 páginas de similares porciones espirituales en el Libro de Mormón.
Añado mi voz de testimonio a los muchos que testifican de igual manera, que el Libro de Mormón es divino.
Recursos adicionales
Testigos de las escrituras: Este artículo por un apóstol moderno, Elder Russell M. Nelson, ilustra que las escrituras de la Restauración no compiten con la Biblia, la complementan. Testigos de las Escrituras, Liahona Nov 2007
Las piedras angulares de nuestra fe. Este artículo por un profeta viviente, Presidente Gordon B. Hinckley, se dirige a las 4l escrituras de creencia en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuatro Piedras Angulares de Fe, Liahona, Feb 2004.
¿Qué es un templo mormón y que se gana por asistir?
¿Qué es un templo mormón y que se gana por asistir?
Un templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es un edificio dedicado al Señor Jesucristo como Su casa. Es un lugar donde se llevan a cabo ordenanzas sagradas o ritos requeridos para la salvación y la vida eterna. Es un edificio sagrado, un lugar de paz y un refugio del mundo, donde reina el Espíritu del Señor y donde Su pueblo adquiere poder cuando sirve, recibe instrucción, hace y mantiene los convenios sagrados, ya sea para ellos o para sus ancestros fallecidos.
Respuesta Personal de Andrew C. Skinner
Los templos mormones o de los Santos de los Últimos Días son edificios sagrados o edificios en los que se realizan las ceremonias, los ritos y las ordenanzas más sagradas que se relacionan con la completa y total salvación en el Reino de Dios, generalmente conocida como la exaltación. Debido a que los Santos de los Últimos Días creen que la vida continúa después de esta existencia mortal, y que todos los hombres y mujeres merecen y necesitan participar en estas ordenanzas salvadoras instituidas por Dios, los miembros de la Iglesia que han participado en estas ordenanzas para su propia salvación se ven motivados a regresar a la Iglesia para actuar a menudo como substitutos para los ancestros que han fallecido.
Los Santos de los Últimos Días siempre han sido personas que edifican templos ya que ellos creen que Dios siempre así lo ha ordenado a su pueblo en todos los períodos de tiempo (D. y C. 124:39). Por lo tanto, los Santos de los Últimos Días ven una conexión y una continuidad entres sus templos y los antiguos templos israelitas y judíos (templos de Salomón, Zorobabel y Herodes). El primer templo que se construyó después de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue en Kirtland, Ohio (D. y C. 109), dedicado en 1836.
Los Santos de los Últimos Días creen que los templos autorizados y dedicados son literalmente la casa o el hogar del Señor, lugares en la tierra donde Él realmente puede llegar y reinar. Por lo tanto, se requiere que los Santos de los Últimos Días tengan el mismo grado de pureza y santidad requerido por los antiguos israelitas para entrar a sus estructuras más sagradas, como se describe en Ezequiel 44:9. Los templos se diferencian de las capillas ya que en éstas últimas se realizan las reuniones de instrucción durante los días de la semana y se llevan a cabo los servicios de adoración del día de Reposo. Todas las personas son bienvenidas a ingresar a estos edificios. Sin embargo, los templos poseen el nivel más alto de santidad en el que toma lugar la forma más elevada de adoración y a los que solamente pueden entrar los miembros cuya santidad se certifica.
El ingreso a cualquier templo, una vez que haya sido dedicado por los líderes del sacerdocio para su uso completo y planificado, requiere de una recomendación – un certificado de dignidad emitido por el Obispo o líder eclesiástico local de un miembro.
Debido a que los templos mormones o de los Santos de los Últimos Días representan lo más elevado de nuestra adoración, se realizan ordenanzas y ceremonias especiales propias de la exaltación de la familia humana. En el templo, los miembros reciben instrucción sobre el plan de salvación del Señor, las etapas de la existencia eterna de la humanidad, así como ordenanzas de sellamiento para los esposos, esposas e hijos como familias eternas. El poder de atar y sellar en la tierra, así como en el cielo, fue poseído por los profetas del Antiguo Testamento, siendo Elías uno de los ejemplos más impresionantes (1 Reyes 18). El poder de atar y sellar le fue otorgado a Pedro en tiempos del Nuevo Testamento (Mateo 16:19) y aquel mismo poder le es conferido a los Profetas y a los apóstoles en la actualidad. Es así que los templos mormones son construidos con el mismo propósito que cuando la tierra fue creada - para fomentar el matrimonio y la vida familiar y unir a las familias para la eternidad (D. y C. 2; 49:15-17). El conocimiento y la participación en estas ordenanzas de sellamiento proporcionan una gran bendición de seguridad, bienestar y paz a aquellos que asisten al templo. El templo es un lugar de paz y pureza ya que no se permite entrar nada inmundo o impuro (D. y C. 97:15-16). Como resultado, los miembros pueden disfrutar experiencias sagradas y especiales en los templos.
En el templo, los miembros de la Iglesia ganan un mayor entendimiento de la naturaleza de nuestro Padre en los cielos y su Unigénito Hijo Jesucristo, incluyendo un entendimiento del amor infinito que ellos tienen por cada uno de nosotros, y el poder y conocimiento infinito que desean transmitirnos. En el templo, los creyentes buscan su relación con el universo, por así decirlo. El templo es un lugar en la tierra donde Dios y los seres humanos se reúnen.
Respuesta personal de Karen Merkley
Me siento como si hubiera crecido espiritualmente, en cierto sentido, en la Casa del Señor. Es como si mis más grandes clases espirituales como hija de Dios, madre y amiga hubieran llegado como un producto derivado del servicio, adoración y asistencia al templo. El templo está ciertamente en el centro del evangelio restaurado de Jesucristo y todo lo que sucede dentro de sus bellos precintos nos relacionan más profundamente con Él y Su Expiación.
Tuve una maravillosa experiencia allí ayer. Para contárselas, necesito explicar que una de las ordenanzas del templo es lo que llamamos un sellamiento o matrimonio de dos personas por la eternidad. Creemos que el poder para llevar a cabo esa ordenanza descansa dentro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Bueno, entramos cerca de 8 de nosotros a la bella sala de sellamientos, bendecidos con paz, iluminados por un elegante candelabro, rodeados de espejos que nos daban una sensación de eternidad. Llevaba conmigo los nombres de mis antepasados que no habían conocido la plenitud del Evangelio de Jesucristo, a quienes representaríamos para que pudieran realizar el matrimonio eterno. Tuvimos una experiencia maravillosa, no comparable con cualquier otra cosa sobre la tierra. Había allí una unidad, una paz, un sentimiento de que el Espíritu del Señor era tangible y real. El sellador fue inspirado a decirnos cosas, y a mí, que tenía todo que ver con mi andar personal y por medio de lo cual sentí el amor del Salvador y su preocupación por mí. A medida que llevamos a cabo la obra por la salvación de otra persona, nuestras propias vidas se enriquecen y fortalecen. Es algo muy bello.
Ganando perspectiva y sintiendo la presencia del Señor
Perspectiva, presencia, poder. Eso es de lo que el templo se trata. Cada templo erigido por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (templo mormón) es un santuario dedicado, apartado para dotarnos, como hijos de Dios, con la visión de quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, si guardamos los convenios con el Señor. Es un repaso y un recordatorio del divino propósito de Dios y nos ayuda a ver cada vez mejor más allá del actual píxel de nuestra circunstancia. Mediante el servicio en el templo, somos elevados. Estamos cubiertos por el pabellón del Señor.
El templo no es un centro de reunión dominical, sino un lugar donde miembros dignos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) participan en las más altas, más bellas ordenanzas del evangelio de Jesucristo mediante las cuales nos llegamos a preparar gradualmente para entrar en la presencia del Señor.
Entrar en la presencia del Señor. Ese es un poderoso concepto. Estamos realmente aquí para encontrar nuestro camino de regreso al Señor, para re-ingresar a Su presencia literalmente. En el templo, aprendemos lo que se requiere para que pasemos a través del velo que nos separa de Él en la mortalidad. Todo merece la pena para tenerlo cerca. Recuerdo una cartelera que captó mi atención un día mientras estaba conduciendo a casa desde el templo. El slogan, resaltado en letras gruesas en el cartel, decía: El Poder de la presencia. Yo pensé para mí, eso es. Eso es cuando sentimos el más grande gozo… cuando somos rozados, tocados, movidos, abrazados por el amor y la presencia del Señor. No hay nada más exquisito que eso en el mundo. Ninguna cantidad de chocolates Godiva, ningún Maseratti exótico, ningún viaje gratis a Barbados, ningún trofeo de oro, ni logro terrenal, puede acercarse o duplicar ese gozo. Y mientras podemos sentir Su presencia consistentemente mientras navegamos como un resultado de haber realizado nuestro convenio y el servicio que realizamos en las Casas del Señor en todo el mundo.
Ceremonia del Templo
El templo es un lugar donde se nos dota de instrucciones o investiduras acerca del completo plan de felicidad y salvación. En una revisión panorámica de ese plan y el rol del Salvador en él, hacemos convenios con el Señor para obedecer Sus leyes de amor, moralidad y sacrificio; Él nos promete a cambio paz espiritual, protección, y poder. Nos preparamos para ese don o investidura a través de ordenanzas preparatorias, lavamientos y unciones ceremoniales iniciadas en los tiempos del Antiguo Testamento y restauradas en la tierra hoy (Levítico 8:30). Estos son bellos rituales simbólicos de sanación y limpieza espirituales. Recibimos ropa interior especial para recordarnos nuestros convenios. Mientras que algunos por desconocimiento lo llaman “ropa interior mormona”, se conocen realmente como garments del templo mormón. Seguimos la investidura con una ordenanza llamada un sellamiento o matrimonio eterno, mediante la cual las parejas que permanezcan fieles puede estar juntas para siempre. ¡En ningún otro lugar en el mundo se extienden y validan tales bendiciones como en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días!
El templo ofrece un ambiente reverente en el cual adoramos, recibimos revelación y, después de recibir ordenanzas para nosotros mismos, servimos como representantes para otros que han pasado de la mortalidad al mundo de los espíritus, para que ellos puedan recibir las mismas gloriosas bendiciones del Evangelio (1 Corintios 15:29).
A medida que transitamos en nuestras vidas diarias, sentimos el cumplimiento de la promesa extendida a nosotros en la oración dedicatoria del templo de Kirtland, que los ángeles nos guarden, que podamos salir de Su casa armados con Su poder y nos rodee Su gloria (D y C. 109:22)
Testimonio
Yo sé que los templos realmente disminuyen el poder de Satanás sobre la tierra. Ellos proveen un tipo de inmunidad espiritual y armadura divina. Conozco el gozo de la adoración en el templo y lo que es una real relación con el Señor. Ha habido pruebas en mi vida por las cuales ninguna cantidad de papelitos autoadhesivos amarillos con afirmaciones pegadas en el espejo se remediarían, pero que han sido sanadas por el poder de las bendiciones del templo. He sido elevada como sobre las alas de águilas y conozco esa milagrosa renovación de mente y corazón que proviene del Señor, cuando nosotros lo servimos primero y de este modo, las escrituras llegan a ser mensajes de correo personal, y Su espíritu más abundante. Es como si Él colocara Utilidades Norton en nuestras vidas y organizara nuestro tiempo, agudizara nuestra perspectiva; magnificara lo poco que llevamos a la mesa; e impartiera generosamente Su gracia más allá de todo lo que se nos ha dado de otro modo. La inversión de servir allí continúa cosechando bendiciones dentro y fuera del templo por el resto de nuestras vidas, hasta que se rasga el velo, y vemos entonces cara a cara, por ahora [nosotros] conocemos en parte, pero luego [nosotros] conoceremos aun como [nosotros] somos conocidos (1 Corintios 13:12).
Un templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es un edificio dedicado al Señor Jesucristo como Su casa. Es un lugar donde se llevan a cabo ordenanzas sagradas o ritos requeridos para la salvación y la vida eterna. Es un edificio sagrado, un lugar de paz y un refugio del mundo, donde reina el Espíritu del Señor y donde Su pueblo adquiere poder cuando sirve, recibe instrucción, hace y mantiene los convenios sagrados, ya sea para ellos o para sus ancestros fallecidos.
Respuesta Personal de Andrew C. Skinner
Los templos mormones o de los Santos de los Últimos Días son edificios sagrados o edificios en los que se realizan las ceremonias, los ritos y las ordenanzas más sagradas que se relacionan con la completa y total salvación en el Reino de Dios, generalmente conocida como la exaltación. Debido a que los Santos de los Últimos Días creen que la vida continúa después de esta existencia mortal, y que todos los hombres y mujeres merecen y necesitan participar en estas ordenanzas salvadoras instituidas por Dios, los miembros de la Iglesia que han participado en estas ordenanzas para su propia salvación se ven motivados a regresar a la Iglesia para actuar a menudo como substitutos para los ancestros que han fallecido.
Los Santos de los Últimos Días siempre han sido personas que edifican templos ya que ellos creen que Dios siempre así lo ha ordenado a su pueblo en todos los períodos de tiempo (D. y C. 124:39). Por lo tanto, los Santos de los Últimos Días ven una conexión y una continuidad entres sus templos y los antiguos templos israelitas y judíos (templos de Salomón, Zorobabel y Herodes). El primer templo que se construyó después de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue en Kirtland, Ohio (D. y C. 109), dedicado en 1836.
Los Santos de los Últimos Días creen que los templos autorizados y dedicados son literalmente la casa o el hogar del Señor, lugares en la tierra donde Él realmente puede llegar y reinar. Por lo tanto, se requiere que los Santos de los Últimos Días tengan el mismo grado de pureza y santidad requerido por los antiguos israelitas para entrar a sus estructuras más sagradas, como se describe en Ezequiel 44:9. Los templos se diferencian de las capillas ya que en éstas últimas se realizan las reuniones de instrucción durante los días de la semana y se llevan a cabo los servicios de adoración del día de Reposo. Todas las personas son bienvenidas a ingresar a estos edificios. Sin embargo, los templos poseen el nivel más alto de santidad en el que toma lugar la forma más elevada de adoración y a los que solamente pueden entrar los miembros cuya santidad se certifica.
El ingreso a cualquier templo, una vez que haya sido dedicado por los líderes del sacerdocio para su uso completo y planificado, requiere de una recomendación – un certificado de dignidad emitido por el Obispo o líder eclesiástico local de un miembro.
Debido a que los templos mormones o de los Santos de los Últimos Días representan lo más elevado de nuestra adoración, se realizan ordenanzas y ceremonias especiales propias de la exaltación de la familia humana. En el templo, los miembros reciben instrucción sobre el plan de salvación del Señor, las etapas de la existencia eterna de la humanidad, así como ordenanzas de sellamiento para los esposos, esposas e hijos como familias eternas. El poder de atar y sellar en la tierra, así como en el cielo, fue poseído por los profetas del Antiguo Testamento, siendo Elías uno de los ejemplos más impresionantes (1 Reyes 18). El poder de atar y sellar le fue otorgado a Pedro en tiempos del Nuevo Testamento (Mateo 16:19) y aquel mismo poder le es conferido a los Profetas y a los apóstoles en la actualidad. Es así que los templos mormones son construidos con el mismo propósito que cuando la tierra fue creada - para fomentar el matrimonio y la vida familiar y unir a las familias para la eternidad (D. y C. 2; 49:15-17). El conocimiento y la participación en estas ordenanzas de sellamiento proporcionan una gran bendición de seguridad, bienestar y paz a aquellos que asisten al templo. El templo es un lugar de paz y pureza ya que no se permite entrar nada inmundo o impuro (D. y C. 97:15-16). Como resultado, los miembros pueden disfrutar experiencias sagradas y especiales en los templos.
En el templo, los miembros de la Iglesia ganan un mayor entendimiento de la naturaleza de nuestro Padre en los cielos y su Unigénito Hijo Jesucristo, incluyendo un entendimiento del amor infinito que ellos tienen por cada uno de nosotros, y el poder y conocimiento infinito que desean transmitirnos. En el templo, los creyentes buscan su relación con el universo, por así decirlo. El templo es un lugar en la tierra donde Dios y los seres humanos se reúnen.
Respuesta personal de Karen Merkley
Me siento como si hubiera crecido espiritualmente, en cierto sentido, en la Casa del Señor. Es como si mis más grandes clases espirituales como hija de Dios, madre y amiga hubieran llegado como un producto derivado del servicio, adoración y asistencia al templo. El templo está ciertamente en el centro del evangelio restaurado de Jesucristo y todo lo que sucede dentro de sus bellos precintos nos relacionan más profundamente con Él y Su Expiación.
Tuve una maravillosa experiencia allí ayer. Para contárselas, necesito explicar que una de las ordenanzas del templo es lo que llamamos un sellamiento o matrimonio de dos personas por la eternidad. Creemos que el poder para llevar a cabo esa ordenanza descansa dentro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Bueno, entramos cerca de 8 de nosotros a la bella sala de sellamientos, bendecidos con paz, iluminados por un elegante candelabro, rodeados de espejos que nos daban una sensación de eternidad. Llevaba conmigo los nombres de mis antepasados que no habían conocido la plenitud del Evangelio de Jesucristo, a quienes representaríamos para que pudieran realizar el matrimonio eterno. Tuvimos una experiencia maravillosa, no comparable con cualquier otra cosa sobre la tierra. Había allí una unidad, una paz, un sentimiento de que el Espíritu del Señor era tangible y real. El sellador fue inspirado a decirnos cosas, y a mí, que tenía todo que ver con mi andar personal y por medio de lo cual sentí el amor del Salvador y su preocupación por mí. A medida que llevamos a cabo la obra por la salvación de otra persona, nuestras propias vidas se enriquecen y fortalecen. Es algo muy bello.
Ganando perspectiva y sintiendo la presencia del Señor
Perspectiva, presencia, poder. Eso es de lo que el templo se trata. Cada templo erigido por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (templo mormón) es un santuario dedicado, apartado para dotarnos, como hijos de Dios, con la visión de quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, si guardamos los convenios con el Señor. Es un repaso y un recordatorio del divino propósito de Dios y nos ayuda a ver cada vez mejor más allá del actual píxel de nuestra circunstancia. Mediante el servicio en el templo, somos elevados. Estamos cubiertos por el pabellón del Señor.
El templo no es un centro de reunión dominical, sino un lugar donde miembros dignos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) participan en las más altas, más bellas ordenanzas del evangelio de Jesucristo mediante las cuales nos llegamos a preparar gradualmente para entrar en la presencia del Señor.
Entrar en la presencia del Señor. Ese es un poderoso concepto. Estamos realmente aquí para encontrar nuestro camino de regreso al Señor, para re-ingresar a Su presencia literalmente. En el templo, aprendemos lo que se requiere para que pasemos a través del velo que nos separa de Él en la mortalidad. Todo merece la pena para tenerlo cerca. Recuerdo una cartelera que captó mi atención un día mientras estaba conduciendo a casa desde el templo. El slogan, resaltado en letras gruesas en el cartel, decía: El Poder de la presencia. Yo pensé para mí, eso es. Eso es cuando sentimos el más grande gozo… cuando somos rozados, tocados, movidos, abrazados por el amor y la presencia del Señor. No hay nada más exquisito que eso en el mundo. Ninguna cantidad de chocolates Godiva, ningún Maseratti exótico, ningún viaje gratis a Barbados, ningún trofeo de oro, ni logro terrenal, puede acercarse o duplicar ese gozo. Y mientras podemos sentir Su presencia consistentemente mientras navegamos como un resultado de haber realizado nuestro convenio y el servicio que realizamos en las Casas del Señor en todo el mundo.
Ceremonia del Templo
El templo es un lugar donde se nos dota de instrucciones o investiduras acerca del completo plan de felicidad y salvación. En una revisión panorámica de ese plan y el rol del Salvador en él, hacemos convenios con el Señor para obedecer Sus leyes de amor, moralidad y sacrificio; Él nos promete a cambio paz espiritual, protección, y poder. Nos preparamos para ese don o investidura a través de ordenanzas preparatorias, lavamientos y unciones ceremoniales iniciadas en los tiempos del Antiguo Testamento y restauradas en la tierra hoy (Levítico 8:30). Estos son bellos rituales simbólicos de sanación y limpieza espirituales. Recibimos ropa interior especial para recordarnos nuestros convenios. Mientras que algunos por desconocimiento lo llaman “ropa interior mormona”, se conocen realmente como garments del templo mormón. Seguimos la investidura con una ordenanza llamada un sellamiento o matrimonio eterno, mediante la cual las parejas que permanezcan fieles puede estar juntas para siempre. ¡En ningún otro lugar en el mundo se extienden y validan tales bendiciones como en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días!
El templo ofrece un ambiente reverente en el cual adoramos, recibimos revelación y, después de recibir ordenanzas para nosotros mismos, servimos como representantes para otros que han pasado de la mortalidad al mundo de los espíritus, para que ellos puedan recibir las mismas gloriosas bendiciones del Evangelio (1 Corintios 15:29).
A medida que transitamos en nuestras vidas diarias, sentimos el cumplimiento de la promesa extendida a nosotros en la oración dedicatoria del templo de Kirtland, que los ángeles nos guarden, que podamos salir de Su casa armados con Su poder y nos rodee Su gloria (D y C. 109:22)
Testimonio
Yo sé que los templos realmente disminuyen el poder de Satanás sobre la tierra. Ellos proveen un tipo de inmunidad espiritual y armadura divina. Conozco el gozo de la adoración en el templo y lo que es una real relación con el Señor. Ha habido pruebas en mi vida por las cuales ninguna cantidad de papelitos autoadhesivos amarillos con afirmaciones pegadas en el espejo se remediarían, pero que han sido sanadas por el poder de las bendiciones del templo. He sido elevada como sobre las alas de águilas y conozco esa milagrosa renovación de mente y corazón que proviene del Señor, cuando nosotros lo servimos primero y de este modo, las escrituras llegan a ser mensajes de correo personal, y Su espíritu más abundante. Es como si Él colocara Utilidades Norton en nuestras vidas y organizara nuestro tiempo, agudizara nuestra perspectiva; magnificara lo poco que llevamos a la mesa; e impartiera generosamente Su gracia más allá de todo lo que se nos ha dado de otro modo. La inversión de servir allí continúa cosechando bendiciones dentro y fuera del templo por el resto de nuestras vidas, hasta que se rasga el velo, y vemos entonces cara a cara, por ahora [nosotros] conocemos en parte, pero luego [nosotros] conoceremos aun como [nosotros] somos conocidos (1 Corintios 13:12).
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